(CNN) — Dean MacNeil no podía comer. No podía dormir. Estaba en piloto automático emocional porque algo “nos hizo un agujero en el alma a mi familia y a mí”.
Era el verano de 1991 y MacNeil había hecho un viaje por carretera de Connecticut a Vermont con su hermano pequeño, Scott. Hicieron senderismo, esquí acuático y pasaron gran parte del tiempo escuchando al músico favorito de Scott, la superestrella del reggae Bob Marley.
Un par de semanas después del viaje, recibieron una llamada telefónica a medianoche. Scott había muerto en un accidente de coche. Iba de pasajero en el coche de otro adolescente cuando chocó contra un árbol. Volvía a casa de un concierto de reggae. MacNeil estaba destrozado.
Sin embargo, encontró refugio en la música de Marley. Empezó a escuchar de nuevo sus canciones y descubrió algo: había versículos bíblicos esparcidos como gemas por prácticamente todas ellas. Las letras no eran meros guiños a la Biblia, sino largas citas bíblicas que invitaban al oyente a creer que, independientemente de los “cambios” y “rabias” que estuviera experimentando, “nunca podría ser azul”, como dice Marley en “Forever Loving Jah”, un guiño al nombre que la religión rastafari da a Dios.
“Aquel accidente nos hizo caer en picado a mi hermana, a mi madre, a mi padre y a mí”, dice hoy MacNeil. “Pero la música de Bob Marley nos ayudó a salir adelante. Nos ayudó a sobrellevar el dolor y la desesperación escuchando esos mensajes de esperanza y perseverancia. Fui a las aulas de Bob Marley, porque mi propia supervivencia dependía de ello”.
MacNeil encontró un nuevo significado al adagio de Marley: “Nunca sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es tu única opción”. Empezó a dirigir estudios bíblicos en su iglesia y terminó un máster en teología. También se convirtió en músico y autor de un libro, “The Bible and Bob Marley: Half the Story Has Never Been Told”.
Hoy, cuando se celebra la vida de Marley en una nueva película de éxito, MacNeil y otros hacen una afirmación atrevida: el impacto espiritual de Marley es tan importante como su legado musical. Ambos son, en muchos sentidos, inseparables. Estos admiradores y estudiosos de Marley dicen que es hora de dejar de pasar por alto o editar la “espiritualidad subversiva” de Marley.
“La Biblia era tan importante para la música de Marley como su guitarra”, dice MacNeil. “Realmente hay que conocer la Biblia para entender el mensaje de Marley”.
Las letras de Marley están saturadas de versículos bíblicos
Ese no es el típico mensaje sobre el legado de Marley que reciben hoy sus fans. Desde la prematura muerte de Marley en 1981, se le ha definido como un icono musical.
Su rostro sonriente adorna camisetas, bolsos, llaveros, velas perfumadas, bálsamos labiales, fundas de iPhone y pósters en los dormitorios universitarios. Su álbum “Exodus” fue elegido el mejor del siglo XX por la revista Time. Su canción “One Love” fue elegida canción del siglo por la BBC. Algunos críticos afirman incluso que Marley fue el compositor más influyente del siglo XX.
Esta es la versión de Marley que aparece principalmente en la exitosa película actual, “Bob Marley: One Love”. Ofrece una visión de la vida de Marley a finales de los años 70, cuando se convirtió en un símbolo de reconciliación en su país natal, Jamaica.
Sin embargo, hay otra razón por la que mucha gente no ve a Marley como una figura religiosa. Hay un aspecto menos sabroso de su vida personal que la película actual sólo toca: Marley estaba casado y supuestamente tuvo al menos 11 hijos, algunos de ellos fuera de su matrimonio con Rita Marley.
Entonces, ¿cómo puede un hombre que engendró hijos ilegítimos y fumó marihuana ser considerado un hombre santo?
La respuesta se encuentra en la forma en que Marley vivió y murió. Empecemos por su música. Su carrera musical empezaba y terminaba con un versículo bíblico.
Marley solía empezar los conciertos recitando pasajes bíblicos, dice MacNeil. Su primera canción publicada, “Judge Not”, grabada cuando tenía 17 años, estaba basada en en Mateo 7:1, pasaje en el que Jesús advertía a sus seguidores: “No juzgues, para que no seas juzgado”.
La última canción de su último álbum fue “Redemption Song” (“¿Hasta cuándo matarán a nuestros profetas mientras nosotros nos mantenemos al margen y miramos?”). Se basaba en Lucas 13:34, (“Jerusalén, Jerusalén, tú que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados”).
“Su fe era fundamental no sólo en su música, sino en lo que los rastafaris llamarían su ‘levedad’, que es todo su estilo de vida, todo su enfoque de la vida”, dice Vivien Goldman, periodista y educadora británica que se hizo amiga de Marley cuando trabajaba como su publicista.
Marley inventó una nueva especie de músico: el rockero sagrado. Otros músicos como Bob Dylan y Johnny Cash cantaban sobre su fe. Pero ninguno apreciaba la Biblia como Marley. Varios biógrafos señalan que, durante las giras, Marley solía retirarse a un lugar apartado de su autobús para reflexionar sobre las Escrituras. Luego volvía con el resto de sus compañeros de banda y debatían —no sobre mujeres o créditos de canciones— sino sobre el significado de los versículos bíblicos.
Hay historias clásicas de músicos que eran inseparables de sus instrumentos. Jimi Hendrix supuestamente dormía con su guitarra. Marley tenía la misma actitud hacia su Biblia.
Goldman cuenta que Marley nunca iba a ninguna parte sin su vieja Biblia King James, que tenía un retrato fotocopiado del León de Judá con todos sus galones pegado en la portada, y fotos de Haile Selassie I, el antiguo emperador de Etiopía, en la cubierta interior. Los rastafaris consideran a Selassie, fallecido en 1975, como la segunda venida de Jesús, un mesías negro.
“Su práctica espiritual fue absolutamente una parte crucial de su vida”, dice Goldman, autor de “The Book of Exodus: The Making and Meaning of Bob Marley and the Wailers’ Album of the Century”.
“Hacía tiempo como fuera: si estaba en un aeropuerto muy concurrido, se retiraba a un lado para poder sentarse a estudiar su Biblia”.
Para algunos, Dios y la Biblia son símbolos de opresión. Ambos se han utilizado para justificar la esclavitud, la homofobia y el imperialismo. Pero Marley veía a Dios como un libertador, un liberador de la opresión política y personal.
En su canción “Éxodo”, cantaba: “Jah viene a romper la opresión, a gobernar la igualdad, a borrar la transgresión, a liberar a los cautivos”.
MacNeil afirma que es casi imposible escuchar cualquier canción de Marley sin toparse con la Biblia. Examinó 83 de las canciones del músico e identificó 137 referencias bíblicas, compuestas por 39 citas y 98 alusiones.
La canción de Marley “Forever Loving Jah” es un buen ejemplo. Cuando Marley canta: “Porque sólo un necio se apoya en su propia incomprensión”, cita una escritura de Proverbios 3. Y el álbum de Marley “Exodus” lleva el nombre de un famoso libro de la Biblia, venerado por judíos y cristianos.
“No se limita a citar la Biblia”, dice MacNeil. “Participa activamente en ella. La interpreta. La hace relevante para su propia experiencia. La hace relevante para un público amplio”.
Fue el apóstol de la religión rastafari
Marley también hizo relevante otra cosa para un público más amplio: la religión rastafari. Podría decirse que ninguna figura musical ha hecho más por popularizar una religión que Marley. Sus creencias giraban en torno al rastafarismo.
Sin embargo, en los años transcurridos desde la muerte de Marley, sus convicciones religiosas y políticas se han desvirtuado, reduciéndose a un borroso llamamiento, inspirado en la marihuana, a “Un amor, un corazón. Un destino”. Algunos críticos llaman a esto la “Disneyficación” del legado de Marley.
Pero la religión rastafari es mucho más dura y desafiante. Surgió del tremendo sufrimiento que los afrojamaicanos padecieron durante siglos. El comercio de esclavos, por ejemplo, fue aún más letal en Jamaica, donde nació Marley, que en el sur profundo de Estados Unidos. Sólo a Jamaica se enviaron más del doble de esclavos que a las trece colonias norteamericanas. La mayoría fueron torturados, violados y trabajaron hasta la muerte, según Adam Hochschild, autor de “Bury the Chains”, una historia del movimiento abolicionista en el Reino Unido.
“El Caribe era un matadero”, escribió Hochschild al describir el comercio de esclavos en la región.
La pobreza extrema, el sufrimiento y la privación de derechos políticos de los afrojamaicanos persistieron bajo el dominio colonial británico. Marley nació en la Jamacia rural, de madre adolescente afrojamaicana y padre blanco. Es imposible entenderle a él y a la fe rastafari, surgida en Jamaica en la década de 1930, sin conocer la violenta historia del país.
“El rastafari es una religión de resistencia que mezcla afrocentrismo, judaísmo y cristianismo”, afirma Deepak Sarma, profesor de estudios religiosos en la Universidad Case Western Reserve de Ohio.
“Aunque a menudo se clasifica como religión, también es una ideología revolucionaria para corregir los errores del imperialismo británico, la trata de esclavos y la colonización de Jamaica y otras islas del Caribe”.
Marley veía su música como una llamada divina.
“Dios me envió a la tierra. Me envió a hacer algo, y nadie puede detenerme”, dijo una vez. “Si Dios quiere detenerme, entonces yo me detengo. El hombre nunca puede”.
Los rastafaris, sin embargo, son conocidos principalmente por muchos observadores casuales por dos elementos de su religión: las rastas y fumar marihuana. Las rastas se inspiran en un pasaje del Levítico 21:5 del Antiguo Testamento (“No harán calvicie en su cabeza, ni se raparán la punta de la barba, ni se harán cortes en la carne”). La marihuana, o “ganja”, se consideraba un sacramento para que los rastafaris profundizaran en la conciencia espiritual.
Si existe un fundador de la religión rastafari, muchos señalan a Marcus Garvey, un jamaicano negro y activista que predicó la autosuficiencia y el orgullo de los negros y lideró un movimiento “de vuelta a África” en la primera mitad del siglo XX. Selassie es también una figura central para los rastafaris, lo que desconcierta a algunas personas externas: ¿Cómo pueden los rastas venerar a una figura política negra que algunos consideraban también un dictador?
Goldman, expublicista de Marley, recuerda haberle preguntado sobre la conveniencia de venerar a Selassie. Escribió que el músico se quedó atónito ante su pregunta:
“Entonces, ¿quieres que adore a un dios blanco?”.
La universalidad del mensaje espiritual de Marley es la razón por la que perdura
Si una persona de fuera se fija en la amargura de la cita de Marley sobre un dios blanco, es fácil caer en el mito de que los rastafaris demonizan a los blancos. Pero una de las razones por las que las creencias espirituales de Marley aún resuenan es que su religión no siguió ese camino.
Marley no limitaba la opresión a un solo color.
“No puedo tener prejuicios contra mí mismo”, dijo una vez cuando alguien le preguntó si tenía prejuicios contra los blancos.
“Mi padre era blanco y mi madre negra. Me llaman mestizo o lo que sea. Pero yo no me inclino ni del lado de los negros ni del de los blancos. Yo caigo del lado de Dios, el que me creó y me hizo provenir del Negro y del Blanco”.
Marley no sólo vivió por sus creencias. También murió, en parte, por ellas.
En 1977, Marley visitó a un médico tras notar una lesión ennegrecida bajo la uña del dedo gordo del pie. Le diagnosticaron una forma rara de cáncer de piel. El médico le aconsejó que se amputara el dedo para evitar la propagación del cáncer. Pero él se negó porque pensó que violaría la prohibición rasta de “cortar la carne”, y optó por un procedimiento menos invasivo.
El cáncer acabó extendiéndose. Marley murió el 11 de mayo de 1981 en Miami mientras intentaba regresar a su querida Jamaica para pasar sus últimos días. Un hombre aficionado del fitness y de la comida sana murió a los 36 años.
Marley fue honrado con un funeral de Estado en Jamaica, en el National Arena de Kingston. Fue enterrado con su guitarra Gibson Les Paul favorita y su Biblia personalizada, abierta con el Salmo 23, que empieza así: “El Señor es mi pastor, nada me faltará”.
En una entrevista varios años antes de su muerte, Marley dijo que una persona alcanza una sensación de inmortalidad teniendo una relación correcta con Dios.
“No creo en la muerte, ni en la carne ni en el espíritu . . . La muerte no existe para mí. Conozco a Dios de verdad”, dijo Marley.
Su legado musical ha encontrado una vida después de la muerte. La estatura de Marley en la escena internacional no ha hecho más que crecer en las décadas transcurridas desde su muerte. Resulta irónico que Marley, un feroz crítico del capitalismo y el materialismo, generara póstumamente US$ 16 millones a través de su patrimonio en 2023, según la revista Forbes, justo detrás de John Lennon, de los Beatles.
A ese tipo de inmortalidad, por supuesto, no se refería Marley. Aludía a un legado “siempre vivo”. Es la fe de un niño abandonado de los barrios bajos de Jamacia que conoció la penuria y el abandono, pero aseguró a sus oyentes en su clásico “Three Little Birds”: “Don’t worry about a thing, ‘Cause every little thing is gonna be alright” (“No te preocupes por nada, porque todo saldrá bien”).
Ahora mismo, en algún lugar del mundo, alguien está escuchando una canción de Bob Marley que le ayuda a superar un momento difícil, de esos que abren un agujero en el alma.
Marley tenía razón. Cuando se trata de su música y su mensaje espiritual, la muerte no existe.
Hoy está más vivo que nunca.
John Blake es autor de “More Than I Imagined: What a Black Man Discovered About the White Mother He Never Knew”.
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