“¿Cómo vamos, Edoardo? ¿Cómo vamos?”, “Voy a grabarte rápido y seguro pega”, “¿Qué más hacemos, Edoardo?… lo que tú me digas“.
Hoy la televisión mexicana, el periodismo deportivo, pero sobre todo quienes fuimos sus compañeros, y en primer lugar, seres queridos y familia, nos quedamos sin André Marín, que descansa en paz a sus 52 años.
André era polémico, asumiéndose así, sabiendo que para muchos era enemigo público, pero también reconocía que esa polémica le hizo hacerse de un lugar destacado en la televisión deportiva mexicana, esto desde muy temprana edad en aquella camada de grandes periodistas en Azteca Deportes, donde después rompería relaciones con su padre “televisivo” José Ramón Fernández para dar el salto a la grandeza en Fox Sports, siendo ahora rival de Joserra justamente. Llegó con bombo y platillos a La Última Palabra, programa en la que ganó el rating durante años.
Salió por la puerta de atrás, por decisión propia para unirse a TUDN, con relaciones rotas en Fox. Decíamos, polémico como él se asumía. Sin embargo, quienes conocimos a André, en el otro lado de la pantalla, en el de los pasillos de Periférico Sur 4355, encontramos siempre a un ser obsesionado con su trabajo, revisando de forma diaria los guiones, fumando su tabaco electrónico a toda hora, viendo juegos o revisando noticias, a veces nos pedía una computadora para ahondar más en algún contenido. En otras ocasiones, se le veía alejado de los demás conductores y compañeros, para poder, creo yo, imaginar cómo conduciría o llevaría al debate intenso a los Ruso Brailosvky, a los Fernando Quirarte, a los Alex Blanco, o invitados que pasaran por la mesa en la que él era el líder, sin silla de por medio (una sabia decisión del entonces productor ejecutivo Esteban Creste).
Querido André, personaje único, de esos que uno agradece conocer, del que se aprende, del que duele saber cómo sufrió su enfermedad, que hacía a un lado con tal de querer trabajar; al grado de que se le exigió que descansara.
Las muertes de símbolos siempre traen recuerdos invaluables, pero yo me quedo cuando coincidíamos en los pasillos, y veía cómo se sentaba al lado mío y de mis aliados digitales para preguntarnos cómo le iban a los clips de LUP, qué noticias habían sido fuertes, cómo habíamos visto el show de un día antes. Daba ideas para el mundo web, que él entendía perfecto como el camino a transitar de prisa, de forma diferenciada, y extendiendo sus manos y talento para ayudar. Ese era el otro André, el que no se veía en la tele, alejado del debate; el que quería ayudar a su empresa, a sus compañeros; a él mismo, de paso. No importase que La Última Palabra terminara 1 AM tras una Final, a diferencia de los demás, él mismo pedía grabar segmentos web, o que se le grabara su columna. Esa obsesión por el trabajo, es lo que lo llevó a donde pocos en el periodismo televisivo lo logran: trascender.
Yo no fui su amigo, pero sí lo admiro como compañero, como uno de esos personajes que a uno impacta, que con el pasar del tiempo por los mismos muros y realizar coberturas nacionales e internacionales, sabes que solo habrá uno como él. Así son los personajes que trascienden.
Apareció primero enTu Chica Musical