Fue en 2022 que comenzó el calvario personal de Mane Swett, cuando Santiago, su hijo de 11 años, viajó a pasar las fiestas de fin de año con su padre, John Bowe. El tema es que el niño nunca regresó de este viaje y de eso, ya ha pasado más de un año.
John Bowe es un periodista y escritor norteamericano de 60 años nacido en Minnesota. Ha escrito para una serie de prestigiosos medios estadounidenses, tales como The New York Times Magazine, The New Yorker y Nation, entre otros.
El estadounidense conoció a la actriz chilena después de que ésta terminara su matrimonio con Felipe Braun tras una infidelidad por parte de él. En 2011, en un viaje a Brasil en plenas fiestas patrias, fue que Swett se topó por primera vez con Bowe.
De esta manera, el romance dio inicio y María Elena se mudó a Nueva York para vivir su relación e incluso, tuvieron a Santiago en 2012. Sin embargo, contra todo pronóstico, en 2013, la intérprete volvió a Chile con su hijo después de terminar con Bowe.
Mane Swett no pudo con la defensa de John Bowe
A inicios de abril, María Elena Swett viajó a Estados Unidos para iniciar un juicio y recuperar la custodia de su hijo, presentando ante la corte del Distrito Sur de Nueva York una Petición de Regreso del Niño. Tras escuchar los testimonios de ambas partes, el juez deliberó.
Según consigna LUN, John Bowe ganó el juicio por cuatro puntos: Primero, que Santiago declaró no querer volver a Chile, porque acá se siente “deprimido, triste y frustrado”, en contraste a lo “feliz, apoyado, comprendido y seguro” que se autopercibe en Estados Unidos.
Como segundo punto, el fallo apunta a que el menor de edad “a quien le faltan dos meses para cumplir 12 años, tiene la edad y madurez suficiente para que se le dé peso a sus opiniones sobre el retorno”. Terceramente, Swett ingresó la petición fuera de plazo, ya que para la restitución, no debía pasar más de un año para iniciar el procedimiento. La retención ocurrió en enero de 2023 y en febrero de 2024 se ingresó la petición.
Por último, en cuarto lugar, el juez sentenció que “la evidencia muestra abrumadoramente que (el niño) hoy vive una vida predecible, cómoda y satisfactoria en Nueva York, donde ha forjado conexiones significativas con familiares, amigos y una comunidad”.